viernes, 30 de julio de 2010

"Ayer y hoy"




     No faltaba mucho para ver los dibujos de Orión, mi imaginación alcanzaba a ver y sentir los colores y texturas de los mismos. Los encuentros de Véronique con Orión,  me retrotrajeron a mis primeros días en la escuela y a las tantas veces que uno  debe hacerse de paciencia y preguntarse hasta que  punto en la docencia no todo está  perdido.  En este precioso libro; “El niño azul” la historia se asemeja a la de  muchos maestros  que  día a día viven con los chicos; episodios de confusión, furia, ternura y apego.  Sentimientos que  los maestros más de una vez no sabemos  resolver y el convivir con ellos nos quita horas de sueño. El  apego en demasía de Véronique con Orion me transporto a mis días de maestra de música en los inicios de los años noventa. Mi experiencia como docente recién comenzaba a formarse. Entre los alumnos de la escuela en la que trabaja se particularizaba un pequeño grupo de chicos,  los cuales  me hicieron  sentir que mis clases de música no bastaban para hacerlos mucho más felices.
 Niños llenos de necesidades, no sólo en lo material, sino sobre todo en lo afectivo, impactaron fuertemente en mis propios sentimientos, me resulto imposible dejar las cosas como estaban, quedarme acotada solo a mi rol de docente; fue en ese momento, en ese preciso momento, en el que el malestar que me provocaba esa situación se transformo en el motor de una solución, sé que no fue la optima sentía que  una mano había que tenderles. Cuando estos chicos salían de la escuela los invitaba a tomar la leche a mi casa; mi mamá nos esperaba con la mesa puesta, leche con chocolate y masitas. La merienda siempre se extendía largo rato por nuestras  agradables charlas y momentos de risa. La alegría de los chicos no la he olvido jamás y aún persiste en mí. No venían solo ellos sino que unos tres perros los acompañaban y resguardaban su regreso.
              Han pasado muchos años de esos tiempos,  pero aún me pregunto ¿cómo no llegar a compenetrarse demasiado con los alumnos? ¿Hasta qué punto está bien o mal? He aprendido bastante…creo.
              La novela “El niño azul” avivó esos sentimientos que tenía escondidos y los había olvidado. Un libro que sacudió exquisitas sensaciones y  sentimientos. Lo tengo guardado como un tesoro.
                                                                                                                          
                                                                   Fabiana Márquez